New World Same Humans #40 – versión en español
¿Humanos vs. máquinas: quién está al mando de la historia?
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Una noticia de esta semana me trajo a la mente una vieja pregunta: ¿quién está dirigiendo realmente la historia: los humanos o las máquinas?
Este ensayo es un intento de dar una respuesta que tenga sentido y sea útil en pleno 2020.
Es una pregunta que puede tener millones de puntos de vista, así que, si te das cuenta de que no estás de acuerdo- lo cual es muy probable-, quieres retar estas ideas o te gustaría dar tu punto de vista, únete al grupo de Slack de NWSH y participa en el debate. Puedes encontrar más detalles sobre cómo registrarte al final de este email.
Ahora, encuentra un lugar tranquilo, ponte cómodo y disfruta de este nuevo ensayo: Bienvenido al Tecnoceno.
📥 Fast Download: Bienvenido al Tecnoceno
🤔 ¿Somos nosotros quienes damos forma a la tecnología? ¿O es ella la que nos moldea? Algunos investigadores de la Universidad de Columbia sostienen que los CEOs están cambiando la forma en la que se expresan durante las reuniones de balance trimestral, para satisfacer a las tecnologías de Inteligencia Artificial que están escuchando. Esto es solo un pequeño atisbo de una antigua y compleja pregunta: ¿somos nosotros quienes damos forma a la tecnología o es ella la que nos moldea? Hoy, esta cuestión parece particularmente importante y se está replanteando- quizás en su forma más poderosa- debido a la Inteligencia Artificial.
🤷 Huevo o gallina: parece que un poco de ambos. Entonces, ¿es la sociedad quien crea las tecnologías que construimos y usamos? O, más bien, ¿son las tecnologías que construimos las que dan lugar a la sociedad que vemos a nuestro alrededor? Karl Marx dio la respuesta más famosa del siglo XX: la tecnología fabrica la sociedad. Pero el determinismo tecnológico ya no está de moda; ahora, el pensamiento dominante es que la tecnología y la sociedad interactúan de forma compleja y con influencia bidireccional.
🧬 Un nuevo pensamiento sobre la evolución desafía ese consenso. ¿Y si la opinión general se equivoca? En el libro What Technology Wants, el emblemático tecnólogo Kevin Kelly aboga por una idea radical: la tecnología evoluciona a través de un camino ya predeterminado por el Universo, con límites estrechos establecidos por las propiedades fundamentales del cosmos. Kelly señala la evidencia de que la evolución biológica se comporta de la misma manera y, según su visión, la Inteligencia Artificial es el destino final inevitable para la tecnología.
🤖 Las máquinas pensantes se están haciendo con el control.Aclaremos esto un poco mejor. Cuando decimos que la Inteligencia Artificial es el objetivo final de la tecnología, no significa que no vayamos a presenciar más evolución tecnológica, sino que, en un sentido significativo, las Inteligencias Artificiales son las últimas máquinas. Y, ¿por qué esto es importante? Porque la llegada de la última máquina significa que nuestra pregunta sobre la tecnología y la sociedad se vuelve más potente que nunca. Se supone que debemos creer que una influye sobre la otra pero, ahora, somos más conscientes de que esta interacción parece cada vez más unidireccional. En las garras de un nuevo tipo de máquina, sentimos el peligro real de perder el control.
🌍 Bienvenido al Tecnoceno. El debate sobre la convergencia tecnológica continuará, pero esta idea nos ofrece una forma poderosa de replantear nuestra visión de lo que ocurre ahora. Nos pide que creamos que la tecnología es una fuerza con sus propios imperativos. En los últimos años, hemos concluido que vivimos en el Antropoceno, una era donde los humanos tienen más influencia sobre la naturaleza que ella sobre nosotros. Sin embargo, quizás deberíamos darnos cuenta de que, en realidad, en esta era la tecnología ha empezado a ejercer más influencia sobre nosotros que al revés. Bajo esta perspectiva, el Antropoceno ha muerto; ahora, vivimos en el Tecnoceno.
🤔 ¿Somos nosotros quienes damos forma a la tecnología? ¿O es ella la que nos moldea?
Imagina que eres el CEO de una empresa que cotiza en bolsa. Cada trimestre, te toca el mismo ritual: la típica reunión de balance trimestral.
En esta reunión, le hablas a unos cuantos periodistas sobre el rendimiento de la empresa. No puedes cambiar los resultados: simplemente son los que son. Así que, la conferencia es, en parte, un ejercicio retórico. Si lo haces mal, los mercados pueden decidir que Las Cosas No Van Bien y el precio de la acción caerá. Tus jefes- los accionistas- no van a estar contentos.
Estas reuniones son un asunto importante y, esta semana, han salido noticias interesantes sobre cómo están evolucionando.
Algunos investigadores de la Universidad de Columbia dicen que los CEOs y los ejecutivos sénior están cambiando la forma en la se expresan durante las reuniones de ganancias trimestrales, para poder satisfacer a los algoritmos que están escuchando. Según los informes, están evitando palabras que puedan desencadenar un juicio algorítmico negativo, como 'demandas' y 'cese', poniendo más énfasis en palabras que parecen gustarle a la Inteligencia Artificial, como 'mejorar' e 'innovador'.
Resulta que construimos la Inteligencia Artificial para satisfacer nuestras necesidades pero, ahora, parece que algunas personas poderosas de nuestra sociedad están satisfaciendo las necesidades de ella.
Esta anécdota es solo un pequeño atisbo de lo que está ocurriendo, pero suficiente para plantearme una pregunta mucho más amplia: ¿somos nosotros quienes dan forma a la tecnología o es ella la que nos moldea? ¿Quién está realmente al mando de la historia: los humanos o las máquinas?
Esa pregunta tiene su propia historia (y muy larga) pero, ahora, parece más oportuna que nunca, pues se está planteando de nuevo- y, muy posiblemente en su forma más poderosa- debido a un nuevo tipo de tecnología: la máquina pensante.
Si queremos dar forma a nuestro destino en el siglo XXI, necesitamos encontrar una respuesta.
🤷 Huevo o gallina: parece que un poco de ambos
Analicemos la pregunta más en detalle: ¿es la sociedad la que crea las tecnologías que construimos y utilizamos? O, más bien al contrario, ¿son las tecnologías que construimos las que dan lugar a la sociedad que vemos a nuestro alrededor?
La respuesta más famosa a esta pregunta también es muy famosa y la dio Karl Marx, quien se inclinó fuertemente por el argumento de que 'la tecnología da lugar a la sociedad'. Muy cerca de la esencia del marxismo, está la idea de que las tecnologías determinan las relaciones económicas fundamentales que, a su vez, moldean las sociedades en las que vivimos. Cuando la tecnología evoluciona, da lugar a un nuevo conjunto de relaciones económicas y la sociedad cambia para ajustarse a ellas.
Este concepto se llama determinismo tecnológico y, a través del marxismo, formó, durante la primera mitad del siglo XX, la historia dominante sobre la tecnología y su influencia en las sociedades humanas. Sin embargo, a medida que la estrella del marxismo fue decayendo, esta historia se desvaneció. Hoy, curiosamente, podemos atisbar un eco fantasmal de lo que fue el determinismo tecnológico en la visión del mundo de Silicon Valley, esos utópicos de la tecnología que no son precisamente conocidos por seguir a Marx. Pero la corriente intelectual dominante ha adoptado una visión que se puede resumir como un poco de uno y un poco del otro.
La tecnología y la sociedad, según este punto de vista, existen en una interacción compleja. Obviamente, la tecnología da forma a la sociedad, pero la sociedad- sus instituciones, estructuras, culturas, etc.- también dan forma a la tecnología. Estamos ante el eterno dilema del huevo o la gallina.
🧬 Un nuevo pensamiento sobre la evolución desafía ese consenso
Pero, ¿qué pasa si la opinión general está equivocada?
En el libro What Technology Wants, el tecnólogo e icónico escritor Kevin Kelly defiende una visión completamente diferente, que escapa del dilema del huevo o la gallina sobre si 'la tecnología crea a la sociedad o viceversa'.
La evolución de la tecnología, según Kelly, está muy limitada por las condiciones de nuestro universo: las leyes de la física y la naturaleza de la energía y la materia. De ese modo, esa evolución viaja a través de un sendero estrecho, pautado por unas condiciones universales. Las nuevas tecnologías - la rueda, la cámara, el ordenador - no han sido inventadas por las sociedades humanas, sino que surgen de un proceso evolutivo inevitable y predeterminado por las propiedades fundamentales del universo.
Esta idea es controvertida y se basa en otra idea controvertida: la evolución biológica funciona de la misma forma.
La teoría dominante sobre la evolución sostiene que la vida en la Tierra ha seguido un curso totalmente aleatorio. Es decir, si la historia se volviera a repetir, las cosas se desarrollarían de manera totalmente diferente. Sin embargo, ahora algunos biólogos sostienen que la evolución no es así en absoluto, sino que las propiedades fundamentales de nuestro universo empujan a las formas de vida a converger en un conjunto de respuestas inevitables a los desafíos que plantea la supervivencia. Esta idea se llama evolución convergente y sus defensores ven evidencia de ella en la naturaleza. Por ejemplo, el ojo ha evolucionado de forma independiente hasta 40 veces pero, una y otra vez, la evolución ha convergido en una forma idéntica. ¿Es solo una mera coincidencia o algo más? ¿Puede ser que la forma básica de nuestro ojo, de algún modo, esté integrada en las propiedades fundamentales del universo?
La opinión de Kelly es que, al igual que el ojo, la cámara de video es inevitable. Y, así como la inteligencia humana es el final ineludible de la evolución biológica, la inteligencia de las máquinas es el destino inevitable de la evolución de la tecnología.
🤖 Las máquinas pensantes se están haciendo con el control.
Aclaremos el párrafo anterior.
Cuando decimos que la inteligencia humana es el objetivo final de la evolución biológica, no se pretende sugerir que la evolución ya se ha detenido. Todos sabemos que no es así y podemos verlo.
Del mismo modo, la idea de que la Inteligencia Artificial es el punto final de la tecnología no significa que no se va a producir más evolución tecnológica, pero sí que, en un sentido significativo, las máquinas pensantes serán la última máquina. Esa idea es más poderosa si nos damos cuenta de que son las últimas máquinas que los humanos tendrán que construir pues, una vez que construyamos máquinas pensantes suficientemente complejas, serán ellas, y no nosotros, quienes construyan a sus descendientes.
¿Por qué esto es importante?
Porque la llegada de este momento -el de la última máquina- significa que la pregunta del huevo o la gallina sobre la tecnología y la sociedad se vuelve más potente que nunca. Se supone que debemos creer que la respuesta a la pregunta sobre si 'la tecnología crea a la sociedad o viceversa' es compleja y bidireccional.
Pero somos conscientes de que, en la práctica, esta interacción parece cada vez más unidireccional. Hay un nuevo tipo de tecnología que está empezando a dar forma a la sociedad de maneras que no comprendemos y, en las garras de esta nueva máquina, sentimos el peligro de perder el control.
🌍 Bienvenido al Tecnoceno
El debate sobre la convergencia, tanto biológica como tecnológica, continuará, pero hay algo muy convincente en esta idea: su capacidad para replantear nuestra visión de lo que ocurre hoy.
En los últimos años, la utopía tecnológica de Silicon Valley- inspirada por el fantasma del determinismo tecnológico-, vive un retroceso. Sus críticos argumentan que la sociedad puede, y debe, moldear la tecnología para sus propios fines y recurren a menudo a la misma frase sobre el desafío que plantean las máquinas pensantes: 'La Inteligencia Artificial es una herramienta como cualquier otra'. Lo que quieren decir es que 'La IA, como cualquier otra tecnología, es algo que usamos, no algo que nos usa ni debería usarnos'.
Personalmente, cada vez que escucho eso de ‘la Inteligencia Artificial es solo una herramienta', hay algo que no me cuadra. Los CEOs que cambian su discurso para adaptarse al juicio de los algoritmos no están experimentando la IA como 'solo una herramienta', sino como algo más.
La convergencia sugiere otro modo de pensar sobre todo esto, pidiéndonos que creamos en algo radical: las tecnologías que construimos- las herramientas que creamos- no son algo inventado por nosotros, sino el resultado de un proceso evolutivo inevitable, con su propio conjunto de imperativos. Y eso significa que esos imperativos, y las herramientas a las que dan lugar, nos moldean tanto como nosotros a ellos.
Nuestra intuición nos dice que esto siempre ha sido cierto. A su manera, el martillo, la imprenta y el automóvil dieron forma a las sociedades humanas, pero la convergencia tecnológica nos hace revisar esa verdad. Y nos recuerda que, ahora, a través de la Inteligencia Artificial, estamos en el comienzo de una nueva y, aún más poderosa, encarnación de esa verdad. En cierto sentido, la última encarnación.
Entonces, ¿qué hacemos?
En 2020, entendemos que la relación entre humanos y naturaleza está experimentando un cambio profundo. Durante la mayor parte de nuestra historia, la existencia humana fue una lucha por la supervivencia dentro de un mundo natural todopoderoso e imposible de controlar. Sin embargo, ahora la actividad humana en la Tierra es tal que influimos más en la naturaleza que ella en nosotros. Esta es una transformación histórica, que capturamos a través de la idea de que vivimos en el Antropoceno.
De hecho, encontramos aquí una simetría: al igual que nos estamos convirtiendo en la parte dominante de la relación humanos-naturaleza, el poder de nuestras máquinas está llegando a un punto de inflexión donde las máquinas pronto ejercerán más influencia sobre nosotros que nosotros sobre ellas. En otras palabras, la tecnología se está convirtiendo en la parte dominante de la relación.
De ese modo, quizás nuestro vínculo con la tecnología se entiende mejor como algo parecido a la relación que una vez tuvimos con la naturaleza. Bajo este punto de vista, la tecnología se convierte en algo en lo que estamos inmersos y que no podemos controlar por completo o, incluso, comprender por completo. Se nos anima a reorientar nuestra postura hacia la tecnología de una manera útil, olvidando la fantasía de que las tecnologías, incluida la Inteligencia Artificial, son solo herramientas que podemos dominar. En cambio, debemos empezar a verlas como fuerzas por derecho propio y con sus propios imperativos, pero fuerzas que podemos doblegar, a través de un esfuerzo continuo y una vigilancia constante. Parece extraño pensar en las máquinas, nuestras propias creaciones, de esta manera, pero quizás sea la más adecuada.
Igual que nos pareció útil nombrar al Antropoceno, también deberíamos poner nombre a esta idea. De hecho, quizás sería mejor para nosotros entender que el rasgo distintivo de nuestra época ya no es nuestra influencia sobre la naturaleza, sino la influencia de la tecnología sobre nosotros.
Bajo esta perspectiva, el Antropoceno está muerto. Ahora, vivimos en el Tecnoceno.
¡Únete al debate!
Gracias por leernos una semana más.
Todos sabemos que la tecnología tiene mucho que ver en cómo se moldea nuestro mundo en 2020 pero, ¿estás de acuerdo en que ahora vivimos en la era del Tecnoceno? O, ¿crees que la Inteligencia Artificial es simplemente otra herramienta más? Si quieres compartir tus opiniones y puntos de vista con un grupo de personas súper inteligentes, curiosas y agradables, ¡no tienes más que unirte al grupo de Slack de NWSH!
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David.